Segundo día escribiendo un diario. Acabo de batir un récord personal. ¡Bien por mí! No ha sido un mal día. Además de estar escribiendo en este diario, también llevo dos días saliendo a patinar por las mañanas. Me he comprado un longboard eléctrico o, lo que es lo mismo, un monopatín motorizado. No tengo ni idea de montar, así que salgo por las mañanas, cuando hay poco gente, quince o veinte minutos a intentar no caerme. Hoy se me dió mejor que ayer. Esa es una lección de vida, ¿no? Esforzarse cada día para mejorar con la intención de no caerse. Aunque al final, me caeré. Digo del monopatín. O no. Veremos.

También me han llegado de Amazon unas cintas de carrocero de colores. Me hace ilusión. Son tonterías pero creo que despiertan un poco al niño que aún soy, que no quiero dejar de ser. Lo he tenido olvidado un tiempo por eso que conté ayer de que se disparó mi punto asperger (¿lo conté? Tal vez también se haya disparado mi punto alzheimer, en fin). El caso es que todas esas tonterías, como las cintas de carrocero de colores, o el monopatín, me ayudan a ser creativo, que es de lo que se trata. Hoy monté un vídeo sencillo sobre el ruido que generan las obras de mi vecino. Lo subí a las redes (antes se decía «lo subí a Internet», pero ya confundimos las redes con Internet y viceversa. Tengo que escribir de eso. Mañana).

También estoy contento porque he ido con Rocío a ver la última de DeadPool (ay, Rocío que siempre me acompaña en todo. ¡Qué suerte tengo!). Me ha gustado mucho, creo que el tono del personaje interpretado por Ryan Reynolds le da un empuje de canallería a la franquicia Marvel que le hace falta, fuera de eso todo se ha vuelto muy repetitivo y poco original. Ya veremos como lo encaminan. Creo que la vuelta de Hugh Jackman como Lobezno también puede ser un importante impulso. Marvel (con los vengadores) me ha dado los momentos más emocionantes en el cine en los últimos años. Ha logrado en repetidas ocasiones despertar al niño que llevo dentro, al que soy, al que no quiero perder. De verdad, ahora pienso que lo había perdido de vista y que poco a poco lo voy recuperando. Me alegro. Ojalá se quede para siempre.

Puede ser que fuese eso lo que me pasaba, que perdí momentáneamente al niño interior. Por eso el bloqueo creativo. Curiosa reflexión y hallazgo el que estoy haciendo sobre la marcha. Así que en esto consistían los diarios, ¿no?