02 21 23 | Blog

por | 02 21 23 | Blog

Ingrid y Humphrey

Afortunadamente, amigos, perdí esas gafas días después en cualquier cafetería de La Provenza. Mi vida mejoró desde entonces. Dicho esto.

El mozuelo de la foto soy yo mismo. No me voy a castigar calculando la edad, pero sabemos que es a la que deberías estar pasándote por el arco del triunfo la vida. ¿Lo hice? Pues no. El portador de esta frente envidiablemente poblada que mira serio a la cámara en algún punto indeterminado de los Champs-Élysées de París estaba más centrado que yo (apréciese este ejercicio literario): Ganaba —se dejaba explotar, mejor dicho— más que yo, tenía esposa, una hija peluda de cuatro patas, una hipoteca a medias y un Twingo alquilado para recorrer Francia. De todo aquello me queda la hija (que ya está muy mayor), una excelente y sanísima (diría que hasta familiar, en cierto sentido) relación con mi ex mujer, la hipoteca y un poco más de inteligencia que delata el leve crecimiento de mi frente. O no tan leve, pero nada preocupante. Ni tan inteligente. Bien, la cosa es que no venía a hablar de mí, pero es que cumplo años pronto y estoy en fase de reconocerme. Y no me reconozco, porque es ahora cuando de verdad me estoy pasando la vida por el arco. Y me va bien.

A lo que iba. Por algún extraño motivo psicológico que navega entre el trauma adolescente y la ansiedad, es científicamente imposible que yo tenga delante una imagen de París y no vea a la Ingrid Bergman y al Humphrey Bogart de Casablanca paseando por allí. Si no, miradlos en la imagen, entre dos coches blancos, dando un romántico paseo en moto. Piénsalo, es posible. Ilsa y Rick se conocieron en un mundo en blanco y negro. Allí aún había bares con pianistas donde hoy se abre Badoo. Y eso lo cambia todo, ¿verdad?

Hoy esa historia sería imposible. Estoy convencido de que hoy Ilsa, a los cinco minutos de subirse a aquel avión que no quisimos que cogiera, se pondría a deslizar perfiles en Tinder. Y Sam lo primero que le diría a Rick después de montarse en el coche es: “Ahora lo que tienes que hacer es hincharte de follar”. Por eso hoy ya nunca le queda París a casi nadie.

Como mucho te puede quedar una hipoteca a medias.

Textos relacionados

Un forúnculo bien gordo

Un forúnculo bien gordo

Voy a quitarme un bulto de encima. Pero antes de entrar en eso os contaré que e​xplotar granos para el público ya es un negocio lucrativo. Como lo...

Un poco gilipollas

Un poco gilipollas

Es raro, pero el otro día me confundieron con Andrés Cardenete. Yo estaba comprando agua en el supermercado y la cajera me contó que me parecía...

Cuestión de espacio-tiempo

Cuestión de espacio-tiempo

Ahora que ya ha pasado os lo cuento. Mi inquina con la Semana Santa es una cuestión de tiempo. A mí ser penitente me descuadró la vida. Resulta que...